In Memorian a Ricardo Rocha Reynaga

Por: Julio A. Millán Bojalil,
Economista y Empresario, Presidente del Consejo Editorial de la Revista Armas, Profesor del Colegio de Defensa Nacional, Expresidente de los Comités Bilaterales Empresariales con República Popular China, Japón, Corea del Sur, Hong Kong y Miembro de APEC.

Desde el 11 de septiembre de 2001 se puso de manifiesto que los conflictos como se conocían tradicionalmente, cambiaron. En primer lugar, porque los oponentes ya no sólo son los Estados, sino que otros actores internacionales como los grupos terroristas o el crimen organizado transnacional, son adversarios a enfrentar. En segundo lugar, porque los recursos que se utilizan en la guerra ya incluyen las nuevas tecnologías de la información. Asimismo, los lugares donde se desarrollan los enfrentamientos ya no son los campos de batalla, sino múltiples y diversos espacios que pueden trascender, incluso, la territorialidad de un Estado- Nación. En definitiva, el futuro de la guerra se presenta como un desafío en el que las Fuerzas Armadas Mexicanas deben estar preparadas, pues nuevos oponentes y amenazas están emergiendo.

GUERRA HÍBRIDA

Surgido en 2007, el concepto de “guerra híbrida” hace referencia a un tipo de conflicto que combina estrategias y tácticas convencionales con elementos no convencionales, como las guerras asimétrica, la cibernética, de la información y la psicológica. En una guerra híbrida, los actores involucrados utilizan una combinación de medios militares y no militares para alcanzar sus objetivos, por ejemplo, el control de la opinión pública, la desestabilización de la sociedad o el colapso de la economía del adversario.

Además, cabe señalar que en este tipo de guerra pueden participar los Estados y los actores no estatales, como son los grupos rebeldes, las organizaciones terroristas, grupos paramilitares, hackers, activistas sociales, incluso las empresas y grandes corporaciones. Otro elemento que es clave, son los efectos buscados físicos y psicológicos, siendo estos últimos los más importantes, pues no se trata sólo de desgastar al ejército del adversario, sino que generalmente buscan socavar la cohesión económica, política y social interna de un país o región.

En este sentido, una guerra híbrida puede tener un alto impacto en la economía de un país, a través del uso de técnicas como el sabotaje económico, los ciberataques a infraestructuras críticas y la interrupción de las cadenas de suministro; poniendo en riesgo la estabilidad financiera y el desarrollo económico.

Así, los combates, los desplazamientos forzados de población, los ataques a civiles y las dificultades para acceder a servicios básicos de alimentos, agua y atención médica pueden causar efectos humanitarios considerables.

Aunque estos efectos ya son propios de una guerra, en un conflicto híbrido se pone un especial énfasis en el mal uso de la información y la manipulación de la opinión pública, aumentando la polarización, el odio y la desconfianza en la sociedad, lo cual puede tener consecuencias a largo plazo en la estabilidad y gobernabilidad de un país. Además, la participación de actores como los medios de comunicación o las redes sociales complica la atribución de responsabilidades, dificultando la adopción de medidas adecuadas de respuesta y disuasión.

NUEVA CONCEPCIÓN DE GUERRA

Un ejemplo de guerra híbrida se presentó en 2014 en Ucrania, en donde el gobierno pro-ruso del presidente Viktor Yanukóvich fue derrocado, conllevó a un conflicto entre las fuerzas gubernamentales ucranianas y los separatistas prorrusos. Durante este conflicto se utilizó una combinación de tácticas militares y no militares por ambos bandos. Por un lado los separatistas prorrusos usaron propaganda y desinformación para manipular la opinión pública y fomentar la desestabilización política. Por el otro, se usaron tácticas militares, como ataques con armas pesadas, para controlar áreas clave.

Esta nueva concepción de la guerra es importante, pues las Fuerzas Armadas que tradicionalmente obtenían sus capacidades de los recursos materiales y económicos, ahora deben adoptar capacidades del campo social, como las creencias, las opiniones, la educación, la cultura, la tecnología, y la diplomacia, por mencionar algunos ejemplos.

Asimismo, se debe invertir en adquirir capacidades de guerra cibernética, inteligencia y contrainteligencia, así como de operaciones psicológicas y diplomacia militar.

RETO QUE DEMANDA RECURSOS

Enfrentar este reto demanda recursos suficientes, que desafortunadamente hoy, las Fuerzas Armadas Mexicanas no disponen para estos efectos, ya que una parte importante de los actuales recursos están destinados a obras civiles,

que tienen otros objetivos, que no son para la soberanía de la Defensa Nacional. A 10 años el escenario puede ser muy grave para México si no se toman las medidas adecuadas, esto es, básicamente, la negociación que se debe hacer con el Ejecutivo y con el Congreso Cámara de Diputados y Senadores para que tengan claro, cuáles son los riesgos a los que nos enfrentamos, si no se proveen los recursos económicos necesarios, para estos fines.

Se requiere también capacitación muy especial e intensa de estos temas, que responden a las Guerras Hibridas, que permitan a los altos mandos estar capacitados, a través de cursos especializados. Sólo así podrán hacer frente a estos retos e incluir desde el principio los planes de estudio, tanto en el Heroico Colegio Militar, la Heroica Escuela Naval Militar, como en los Post-Grados del Colegio de la Defensa Nacional del Centro de Estudios Superiores Navales.

CAPACITACIÓN EN INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Un enfoque especial es capacitarse en Inteligencia Artificial, pues representa el más grande reto del futuro en todos los aspectos, positivos y negativos, ya que marcara un cambio de era de la civilización humana. Esto es más serio de lo que parece. Sería riesgoso no estar al tanto de la problemática futura, pero sobre todo tener instrumentos y mecanismos para ajustarlo a la realidad de México.

La educación debe penetrar en todos los niveles castrenses, no sólo estratégicos, también en las bases para lograr una armonía de acción, que permita enfrentar esta nueva dimensión de riesgos, que se vive en el mundo y que afectarán a México.

Para las Fuerzas Armadas de México es fundamental fortalecerse, con el fin de poder responder con rapidez a los cambios militares presentes.