Política Exterior de Estado

Por: Miguel Ruíz Cabañas, Embajador del Servicio Exterior Mexicano. Fue embajador en la OEA, Japón, Italia, la FAO y Subsecretario de Asuntos Multilaterales en SRE. Actualmente dirige la Iniciativa los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el Tec de Monterrey.

Nuestro país es una potencia y así deberíamos reconocernos. Ocupamos la posición geográfica más privilegiada del planeta, en medio de los dos grandes océanos y del continente americano. Somos norteamericanos, mesoamericanos, caribeños y latinoamericanos. Tenemos una población joven, con 29 años en edad promedio. Poseemos recursos naturales estratégicos para la transición energética del siglo XXI: sol, viento y litio. Nuestra economía es la 16ª a nivel mundial, y la 10ª que recibe más inversión extranjera. Somos la 12ª potencia exportadora, y la 12ª con mayor número de representaciones en el exterior (embajadas y consulados). También somos el 2º país que recibe más remesas (58 mil millones de dólares en 2022), y una de las grandes potencias turísticas del mundo.

INDICADORES NEGATIVOS SUPERABLES

Es cierto. Enfrentamos retos enormes, pero ninguno que no podamos superar. El más doloroso: 40% de nuestra población sobrevive en situación de pobreza alimentaria. Nuestros sistemas de salud y educativo muestran grandes deficiencias. Los índices de desarrollo humano y desarrollo sostenible de la ONU ubican a México en posiciones medias, mientras que los índices internacionales de democracia, justicia, corrupción, inseguridad, y estado de derecho, registran un estancamiento, incluso retrocesos.

Tenemos que hacer grandes esfuerzos para derrotar a las fuerzas que lastran nuestro desarrollo. Debemos crecer aceleradamente para crear millones de empleos y vencer a la pobreza. Se necesita reforzar la salud y la educación de la población. Urge promover la capacitación, la innovación, el desarrollo científico y tecnológico. Necesitamos combatir el crimen organizado trasnacional. Debemos preservar el medio ambiente. Para apuntalar todos estos esfuerzos, también requerimos de una política exterior de Estado.

MOMENTO GLOBAL COMPLEJO

El mundo atraviesa un momento complejo y riesgoso, por la competencia hegemónica entre China y Estados Unidos; la difícil transición del antiguo imperio Ruso a nación estratégica, poseedora de armas nucleares, pero sin las capacidades económicas para competir por la hegemonía en el presente siglo.

Afligen al mundo 55 conflictos violentos, incluyendo la guerra en Ucrania. Crecen las amenazas que representan el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el crimen organizado trasnacional.

Preocupa la influencia, también creciente, de las plataformas globales como Twitter y Facebook, que no las gobierna nadie. Es palpable la incapacidad de instituciones globales, como la ONU y la OMC, para prevenir y encauzar los conflictos y diferencias comerciales.

APROVECHAR EL NEARSHORING

Dentro de ese complejo panorama, México tiene la oportunidad de atraer mayores volúmenes de inversión debido a la relocalización de empresas en América del Norte. Con mayor inversión y crecimiento, nuestro país puede incrementar su influencia en esta región, y en América Latina. Puede consolidarse como un socio atractivo y confiable para naciones europeas, asiáticas y africanas. Pero, reposicionarse en el globo requiere que sus políticas en materia de agua, comercial, educativa, energética, innovación, industrial, justicia, medio ambiente, salud, y seguridad, favorezcan la inversión, la seguridad, y el estado de derecho.

Corremos el riesgo de dejar pasar las oportunidades que se presentan. Es necesaria una política exterior de Estado, con prioridades claras, que maximice los beneficios y prevenga los riesgos. Debemos priorizar los vínculos con América del Norte. Hay que recordar que el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), fundamental para nuestra economía, será sometido a una revisión conjunta de los tres socios en 2026. El interés nacional aconseja fortalecer ese tratado para que, además de sus efectos económicos, en el mediano plazo los tres países puedan colaborar en forma más efectiva en migración, medio ambiente y en seguridad, incluyendo el crimen organizado, el lavado de dinero y el tráfico de armas.

POLÍTICA EXTERIOR INCLUYENTE

La política exterior no es autónoma. Debe mantener una conexión directa con las aspiraciones de paz, seguridad, desarrollo y bienestar de nuestra población, sin excluir a nadie. También debe contribuir a un mundo mejor, situando a México en la vanguardia de las luchas contemporáneas por la paz y la estabilidad, el desarrollo sostenible, contra el cambio climático y la preservación de la biodiversidad, y la defensa de los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación de ningún tipo. México debe seguir siendo un actor activo y responsable en los organismos internacionales y regionales.

Una mayor inserción en América del Norte no significa identificación automática con las prioridades de la política internacional de Estados Unidos. Las coincidencias y la construcción de iniciativas internacionales y regionales mutuamente provechosas son bienvenidas. Nos identifican los valores democráticos, pero México no debe formar parte de alianzas militares.

Por razones geográficas, históricas, económicas, políticas y culturales, el país deberá seguir fomentando la cooperación con Centroamérica y el Caribe. Hay que asumir que los principales temas seguirán siendo las presiones migratorias, y los temas relacionados con la seguridad y el crimen organizado. México tiene que definir una política migratoria amplia y sofisticada, de la que ha carecido hasta hoy, invirtiendo en construir instituciones nacionales apropiadas.

Por último, en los próximos años uno de los retos más significativos será la conducción de nuestras relaciones con China que, no hay que olvidarlo, es nuestro segundo socio comercial. México tiene que multiplicar sus esfuerzos para mantener una relación estable y mutuamente provechosa con la otra superpotencia del siglo XXI.

México puede aprovechar en su favor el complejo panorama internacional y regional con una política exterior de Estado bien estructurada.

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