Nada hay más grato para alguien en la tercera edad, que darle vida a las ilusiones de la infancia. POR JOSÉ MANUEL VILLALPANDO – HISTORIADOR

El miércoles 18 de octubre de 2023 fue especial y emocionante para mí: de alguna manera, cerré un círculo de mi vida, pues tuve el alto honor de ser invitado a impartir la conferencia sobre los 200 años del Heroico Colegio Militar.

En sus imponentes instalaciones, allá en Tlalpan, ante más de 1,600 cadetes, profesores, oficiales y jefes del Colegio, me fue dado cumplir una de esas ilusiones infantiles: la de contar la historia de esta institución gloriosa a los cadetes de hoy, precisamente en el Bicentenario de la fundación del Colegio.

Por supuesto, no me pasó desapercibido el que los mandos del sector educativo militar se hayan fijado en mí persona para que fuera yo el Bicentenario del Heroico Colegio Militar: una Experiencia Personal orador de este evento académico: ¡Un civil hablando del pasado del Colegio Militar!

Sin embargo, no es en realidad extraño, pues en mi ya larga travesía de historiador, ha sido una constante permanente la presencia de esta institución gloriosa y, como estoy seguro, las autoridades militares de hoy, como las de antaño, lo saben y así confío lo aprecian.

Obviamente en atención a la brevedad de este espacio y agradeciendo la gentil invitación de la Revista Militar Armas, no transcribiré lo que expliqué a lo largo de más de hora y media de conferencia; más bien quiero resaltar en estas páginas lo que para mí ha significado el Heroico Colegio Militar en mi vida.

MI PASIÓN POR EL COLEGIO MILITAR

Sí, quiero resaltar que inicié la conferencia dedicando mis palabras al muy recordado coronel e ingeniero don José Ángel Galindo Ruiz, quien en los lejanos años de mi niñez, estimuló mi gusto y mi pasión por el Colegio Militar, allá en su antigua ubicación en Popotla.

Don José Ángel Galindo fue uno de los personajes de mi vida. Supo perdonar mi inocencia cuando en esa ceremonia de 1960, me preguntó si sabía para qué servían los cadetes y yo, muy ufano, le respondí: para desfilar. Años después, me llevaba a su clase de física en el Colegio, me hacía pasar frente a la guardia de honor que se le cuadraba, para luego pedir a los cadetes que me mostraran el mosquetón y el marrazo; hasta me hizo cargar uno. Pero hizo algo más valioso: me platicaba de su vida como cadete muchas décadas atrás y me contaba historias del Colegio.

Él me dio dos de los regalos más valiosos de mi vida: un par de libros inolvidables que conservo con cariño. Uno de ellos, la Historia de una Institución Gloriosa, el Heroico Colegio Militar, de los generales Tomás Sánchez Hernández y Miguel Sánchez Lamego, un libro estupendo y erudito. El otro volumen era más entrañable, pues se trataba de las memorias de un alumno del Colegio, Joaquín Gómez García, cuyo sencillo y simple título lo decía todo: Cadete. Es un libro hermoso, que narra las vivencias del autor en sus días en que estuvo en Popotla, incluyendo sus aventuras, anécdotas, sufrimientos y demás particularidades que me cautivaron.

ESCRIBIR SOBRE LOS NIÑOS HÉROES

A partir de entonces se apoderó de mí la vocación por saber más del Heroico Colegio Militar, que rindió su primer fruto en el año de 1987 cuando escribí y presenté ante la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística una ponencia a la que titulé Los Aguiluchos fuera del nido: destino de los egresados del Colegio Militar entre 1824 y1860, que me abrió las puertas a la Asociación del Heroico Colegio Militar, donde fui recibido como “miembro adherente” por deferencia de los señores generales don Joaquín Solano Chagoya y don Rafael Vargas Machuca.

Gracias a este primer trabajo histórico sobre el Colegio, me fue posible hasta ingresar a los archivos de la Sedena y del HCM soy de los pocos civiles a quienes se lo han permitido, gracias a la generosidad de quien fuera subsecretario, el señor general don Marco Antonio Guerrero Mendoza, y luego, años más tarde, con esa misma información documental inédita en realidad, pues soy el único civil que la ha conseguido, más mis reflexiones como historiador de cuestiones militares, me fue posible escribir mi libro Niños Héroes, publicado por Editorial Planeta, y que en sus varias ediciones se agotó rápidamente, donde presento mis hallazgos y planteó conclusiones, bien fundadas y demostradas, que permiten apreciar de manera verídica, emotiva y definitiva, ese capítulo tan digno que fue el asalto a Chapultepec el 13 de septiembre de 1847.

DIRECTOR DE LA BATALLA DE CHAPULTEPEC, SUEÑO INFANTIL CUMPLIDO

Por cierto, el conocimiento preciso que pude tener de esta batalla me permitió diseñar y dirigir la representación de la batalla del 13 de septiembre que se realizó en el propio Colegio, allá en Tlalpan, cuando se conmemoró el 150 aniversario de ella, en 1997, favor que me concedió el entonces subjefe de Doctrina del Estado Mayor de la Sedena, el señor general don Clemente Ricardo Vega García, quien aceptó que fuera yo el que diseñara la representación e incluso, me cedió el mando durante los ensayos paradoja increíble: dar órdenes a los dos ejércitos en combate, tanto a los invasores como a los defensores de la patria, todo lo cual tenía como finalidad no solo apegarnos a la historia sino, sobre todo, poner de manifiesto el gran esfuerzo que la parte norteamericana tuvo que hacer para vencer la resistencia mexicana, extraordinaria a pesar de su inferioridad numérica. Disfruté mucho esos días en los que pude dirigir una batalla, precisamente la de Chapultepec, en la que de niño soñé estar.

Años después volví a ocuparme del Colegio Militar cuando se publicó en tres gruesos tomos la gran obra del señor general don Adrián Cravioto Leyzaola, por supuesto hijo distinguido del HCM, titulado Historia Documental del Heroico Colegio Militar. Tres décadas después de su muerte los hijos del general estuvieron en posibilidades de enfrentar los retos y dificultades de editar un libro de este tamaño, y tuvieron además la amabilidad de invitarme como presentador de la obra, donde pude resaltar los valiosos aportes documentales y las importantes conclusiones que el general Cravioto aportó a esta historia.

Una historia que ahora es además pública y de acceso a quien lo desee, porque la Sedena, desde el año de 2010, digitalizó y puso en línea sus archivos correspondientes al siglo XIX, incluyendo lo relativo al Colegio Militar y a la batalla de Chapultepec, tarea en la que tuve el gusto y satisfacción de participar por mi encargo oficial en la Conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia, consiguiendo este importante logro de difusión y divulgación gracias al apoyo brindado por los señores generales don Guillermo Galván Galván y don Jorge Juárez Loera.

No quiero extenderme más narrando mis vivencias personales en torno al Heroico Colegio Militar. Simplemente quiero decir que siempre he mantenido excelentes relaciones con los militares mexicanos, a quienes respeto y admiro, pues me he empeñado en estudiar a fondo su actuación a lo largo de la historia de nuestra Patria.

Ellos lo saben y quizá por esa razón, por la sinceridad de mis proposiciones e interpretaciones históricas, en las que evidentemente puede apreciarse mi entusiasmo por estos asuntos, particularmente por el Colegio Militar, por su pasado, por sus personajes, por el heroísmo demostrado por todos los que combatieron en Chapultepec los que murieron por la patria pero también los que sobrevivieron a la batalla, es que las autoridades actuales de la Sedena me invitaron a dar esta conferencia conmemorativa del Bicentenario de la Institución Gloriosa.

Agradezco mucho que así haya sido. Reitero que me sentí profundamente honrado y emocionado, porque este día significó un regreso a las emociones infantiles que me provocaba mi papá, a quien recuerdo narrándome la épica defensa del Castillo de Chapultepec cuando subíamos por la ladera del cerro, mientras yo imaginaba que la tierra que pisábamos estaba aún empapada de la sangre de los Niños Héroes.

El gran pensador alemán, J.W. Goethe, decía que no había nada más satisfactorio para un hombre que realizar en la madurez un sueño de juventud. Me atrevo a modificar esa magnífica frase, diciéndome a mí mismo que nada hay más grato para alguien en la tercera edad, que darle vida a las ilusiones de la infancia, porque ese 18 de octubre de 2023 pude contarles la historia del Heroico Colegio Militar a las y los cadetes de hoy.