Ceremonia del Grito de Independencia.

Al encabezar la noche del 15 de septiembre el 207 Aniversario del Inicio de la Gesta Independentista, con la tradicional ceremonia del Grito, el licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, reconoció en su arenga la solidaridad de los mexicanos con Chiapas y Oaxaca, estados afectados por el sismo del pasado 7 de septiembre.

Fue la Escolta de Bandera de la Heroica Escuela Naval Militar, compuesta por seis cadetes, quienes marcharon por los pasillos de Palacio Nacional con paso firme y gallardo, para hacer entrega al presidente de México del Lábaro Patrio que segundos después ondearía ante la mirada de miles de mexicanos, familias enteras que se dieron cita en la Plaza de la Constitución para celebrar la Independencia de México.

Luego de saludar a la bandera, el presidente de México, desde el Balcón Central del Palacio Nacional, y acompañado en todo momento de su esposa, Angélica Rivera de Peña, el Primer Mandatario vitoreó a los héroes que nos dieron Patria y Libertad:

«Mexicanos: Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad: Viva Hidalgo. Viva Morelos. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva Allende. Viva Aldama. Viva Galeana. Viva Guerrero. Viva Matamoros. Viva la solidaridad de los mexicanos con Chiapas y Oaxaca. Viva la Independencia Nacional. Viva México. Viva México. Viva México».

Luego de recordar a los héroes de México, el Titular del Ejecutivo Federal, su esposa y sus hijos, presenciaron los juegos pirotécnicos con los que el cielo de la capital de la República se iluminó con luces multicolor, con lo que concluyó la ceremonia oficial del 207 Aniversario del Inicio de la Independencia de México.

 

Antecedentes del Grito de Dolores

En la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, luego de haber sido descubierta la conspiración de Querétaro, el cura Miguel Hidalgo Costilla y los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama incitan a la población de Dolores (hoy Dolores Hidalgo, en Guanajuato) a levantarse en contra de la las autoridades del Virreinato de la Nueva España, al grito de «¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII!». Este acontecimiento es conocido como el «Grito de Dolores» y considerado como inicio del proceso de la independencia de México.

La primera vez que se conmemoró el 16 de septiembre fue en un edificio conocido como El Chapitel, en Huichapan,​ Hidalgo, el 16 de septiembre de 1812, por el general Ignacio López Rayón. Los festejos iniciaron al alba con una descarga de artillería y una vuelta general de esquilas. Luego, López Rayón asistió a una misa con su escolta y una compañía de granaderos.

Más tarde José María Morelos, en uno de los veintitrés puntos que conforman sus Sentimientos de la Nación, propuso al Congreso de Chilpancingo que en la Constitución en la que por entonces se trabajaba «igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se desplegaron los labios de la Nación para reclamar sus derechos con espada en mano para ser oída; recordando siempre el mérito del grande héroe, el señor Don Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio Allende».​ Finalmente, se declaró el 16 de septiembre como día de fiesta nacional en la Constitución de Apatzingán; medida que fue ratificada por los congresos constituyentes de 1822 y 1824.

En 1825 fue la primera ocasión en que el 16 de septiembre tomó forma de fiesta nacional. Las autoridades de la Ciudad de México publicaron un bando en el que se pidió a los ciudadanos iluminar sus casas, ventanas y balcones con cortinas, flámulas y gallardetes. El presidente de la República, Guadalupe Victoria, recibió felicitaciones de diplomáticos y corporaciones eclesiásticas y civiles. Después se efectuó un desfile que llegó a Palacio Nacional. Por la tarde se realizó un paseo en la Alameda y bailes de cuerda, en los que participaron músicos militares y por la noche hubo fuegos artificiales.​

Los primeros gritos tenían un carácter cívico y religioso, ya que participaban tanto las autoridades políticas como las eclesiásticas. El escritor Luis González Obregón señala que «los días 17 (de septiembre) era costumbre celebrar en nuestra gran Basílica una misa de gracias por los héroes muertos. La fiesta del 16 tomó un carácter enteramente laico a partir de 1857”.​

La celebración se suspendió en 1847, durante la Intervención estadounidense en México, aunque «en muchas poblaciones de la República el Grito fue conmemorado dignamente”.​ Durante la Segunda Intervención Francesa en México, Maximiliano de Habsburgo oficializó la celebración y en 1864 se trasladó a Dolores, donde dio el Grito desde la ventana de la casa de Hidalgo.

Aunque existe la versión popular de que Porfirio Díaz decretó adelantar el grito un día para que coincidiera con su onomástico, la primera vez que se conmemoró el 15 de septiembre fue en 1824, con una serenata frente a Palacio Nacional y una velada en la Universidad. Según el Primer calendario liberal, arreglado al meridiano político de la Federación para el año 1852, las ceremonias del día 15 siguieron celebrándose, pues ese año hubo repiques, función patriótica de teatro y salvas de artillería, ​incluso el propio Benito Juárez, en plena huida durante la intervención francesa, dio un emotivo grito la noche del 15 de septiembre en la hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, en Durango.

 

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