Un Saludo al Soldado

La Revista Militar Armas recuerda al Novelista del Soldado en su 52 Aniversario Luctuoso.

En el marco del 81 Aniversario de la Revista Militar Armas, es un orgullo poderles compartir que desde su primera edición, contó con plumas de destacados militares, uno de ellos fue el General Francisco L. Urquizo, célebre militar, destacado revolucionario leal a la causa, quien dos veces fue Secretario de la Defensa Nacional y a quien recordamos sobretodo como un prolífico escritor, creador de obras como “Tropa Vieja”, considerada su mejor obra narrativa, que lo hizo acreedor del sobrenombre del «Novelista del Soldado».

“Un Saludo al Soldado”, es la primera colaboración de muchas de este destacado General, misiva publicada en la edición No. 1 de la Revista Militar Armas, con ello, se cumplía uno de los propósitos que buscaba este medio de comunicación, reconocer la labor de quienes en aras de defender a la Patria lo sacrifican todo, y el General Urquizo hace ese reconocimiento dirigiéndose al soldado como su igual en ese ideal patrio, a pesar de la diferencia de grados.

En este texto también aborda dos aspectos del quehacer cotidiano del soldado, al realizar tareas que van dirigidas tanto a la seguridad interna como a la defensa exterior, labor que hasta nuestros días cada soldado cumple a cabalidad y que el General Urquizo, quien en ese entonces ostentaba el grado de General de Brigada y ocupaba el cargo de Jefe de Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, supo describir a través de la palabra escrita.

Aprovechamos también la publicación de este texto, fechado el 27 de abril de 1940, como un modesto homenaje de la Revista Militar Armas, a la vida del General Urquizo en su 52 Aniversario Luctuoso, quien falleció el 6 de abril de 1969 y cuyos restos mortales se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres. A continuación, el texto íntegro: 

Un Saludo al Soldado

Por: General de Brigada Francisco L. Urquizo.

Soldado: Digno hijo de la Patria, fiel guardián de nuestras instituciones revolucionarias, defensor de la integridad nacional y la soberanía de la República, compañero y hermano de luchas reivindicadoras, estrecho tu mano leal de hombre valiente, bueno y generoso, dispuesta siempre a mantener muy en alto el sacrosanto lábaro que simboliza la dignidad de nuestro hermoso México.

Yo que he compartido contigo los reveses transitorios en las acciones de armas, y las victorias definitivas sobre los que sustentaban ideas equivocadas en perjuicio de la Revolución y de nuestro pueblo, quiero llamarte hoy y siempre, amigo y compañero, porque, si visiblemente estamos colocados en diferente nivel por los grados que nos separan, en cambio espiritualmente estamos unidos por un mismo ideal y por un solo fin: defender los principios de la Revolución y engrandecer a la Patria, ofrendando nuestra vida en el campo de la lid antes que verla mancillada o sojuzgada por huestes extrañas o por tiranos.

Recibe pues Soldado compañero y amigo, en este día consagrado para ti, el sincero y cordial saludo de uno de tus más humildes Jefes que ha sabido aquilatar tus méritos, tu valor, tu abnegación y tu desinterés en servir leal y cumplidamente los que deben ser inviolables intereses de la Patria.

Abril 27 de 1940.