Por: ROLANDO CORDERA CAMPOS. Profesor emérito, Facultad Economía UNAM; coordinador del Grupo Nuevo Curso de Desarrollo; miembro titular del Seminario de Cultura Mexicana; colaborador semanal de los periódicos El Financiero y La Jornada.

Más allá de las cartas a Santa Claus de la elección de junio 2, no son pocos los mexicanos para quienes la política adquiere cada vez más los contornos de ser una actividad frívola, fruto del desfondamiento grosero de los partidos, abusos y cinismo galopante de los poderes fácticos y formal, miopía de las elites para limitar sus privilegios. Frente a estos ciudadanos, sólo parece tener vigencia el cultivo de una intolerancia edulcorada como polarización, frustraciones colectivas. Para no incorporar a este lúgubre inventario el temor abierto y cotidiano ante el avance de la violencia criminal y la inseguridad en todas sus formas. Imposible evadir esta catarata de adversidades en el contexto en el que están inscritos nuestros dilemas.

Por lo complicado de este “momento” mexicano, que nada tiene que ver con el que nos prometiera la revista Time hace unos años, tenemos que convocarnos, como sociedad política y comunidad nacional, a buscar mejores y eficaces formas de cooperación y comunicación colectivas. Como ha sucedido en otras ocasiones, la sucesión presidencial recarga expectativas que abruman la reflexión crítica. Hoy es indispensable reconocer y asumir nuestras brechas y fallas geológicas en el Estado, en el carácter social y en el talante deliberativo.

ENFOCARNOS EN LO FUNDAMENTAL

Asumir el momento, entonces, tiene que ver con enfocarnos en lo fundamental: reivindicar el valor del desarrollo, como condición de una vida dispuesta a buscar, en libertad, la prosperidad que es propia y me atrevería a proponer que natural, de toda sociedad moderna que presume de civilizada.

MOMENTO MEXICANO

Por lo anterior es que tenemos que volver a la economía para recuperarla como vehículo de expansión y crecimiento. No tanto como instrumento de “reproducción simple”, que diría algún pensador del siglo XIX, sino de transformación productiva para soportar jornadas y reclamos de equidad que se han pospuesto injustificadamente.

SE REQUIERE CRECIMIENTO DINÁMICO

Más en concreto: sin menoscabo de los logros alcanzados en estos últimos años, sobre todo en materia de equilibrios financieros y un relativo control de la inflación, hoy y mañana requerimos contar con un crecimiento dinámico y sostenible que permita absorber a los más de 32 millones de trabajadores informales (55.1% de la población ocupada) que se encuentran al margen de la seguridad laboral. Conviene decir que, de acuerdo con datos del INEGI, si bien en el tercer trimestre de 2023 la economía se ubicó un 4% por arriba del nivel más alto alcanzado previo a la pandemia (tercer trimestre de 2018), la población, en el mismo periodo, aumentó en 5.85 millones de acuerdo con datos de la ENOE (4.7%), lo que habla de un PIB por persona inferior, al del tercer trimestre de 2018.

NECESARIO CORTE DE CAJA

Por ello hay que seguir insistiendo en que el gran reto para los mexicanos de hoy, rumbo a la sucesión presidencial y los mil relevos en los gobiernos locales, el Congreso de la Unión y muchos más, es imponer a los aspirantes a tanto cargo representativo a centrar la mirada y el interés en la realización de un “corte de caja” de nuestro momento económico, productivo, laboral, para discutir responsablemente qué requerimos hacer, como comunidad, para crecer; bajo qué condiciones, con cuáles políticas, a qué plazos y ritmos, con qué instituciones.

FISCALIDAD DEL ESTADO

Asimismo, requerimos contar con aceitados y modernos esquemas de fiscalidad del Estado, para que los recursos sean capaces de proveer expandir los servicios públicos. Redefinir nuestros criterios de evaluación y, desde ahí, nuestras visiones y opciones estratégicas. Y, desde una plataforma mínima de entendimiento, atrevernos a “entrar” en los territorios de la política económica propiamente dicha, en los equilibrios entre lo fiscal y lo monetario, la obligada programación, los montos del endeudamiento o las inversiones.

RECUPERACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL

De hecho, si alguna fórmula institucional puede inspirarnos para, como colectividad racional, dar curso a una efectiva y duradera recuperación económica que también sea social, es la de un programa nacional de inversiones concebido como asiento de un nuevo consenso para ofrecer solidez a la necesaria (reconstrucción) de la economía mixta que nos permitiera reencontrar la planeación social.

México requiere una economía pública fuerte y flexible, capaz no solo de afrontar sus enormes déficits, como el aumento del déficit del PIB de 3.2% en 2022 al 5.2% en 2024 1, el más alto en 24 años, según datos de la SHCP, sino también sus carencias ignominiosas y sus injusticias fehacientes, con las capacidades y voluntades para aprovechar las nuevas circunstancias internas y externas.

FORJAR NUEVA SENDA DE DESARROLLO

Aspirar, en suma, a forjar una nueva senda de desarrollo, una estrategia nacional de transformación económica, política, social, educativa y cultural que, a la vez, pueda inscribirse en el gran propósito de habilitarnos para ser parte de los nuevos mundos de una globalización responsable, comprometida en su esencia para atender la gran cuestión social que hoy nos abruma.

Podemos, realistamente, aspirar a vivir de otra manera, digamos que menos hostil e insegura; tenemos que repensarnos como comunidad, reconstruir(nos) a partir de acuerdos fundamentales. Urge rectificar la ruta, corregir nuestras brújulas y reescribir nuestras cartas de navegación.