La salud de la sociedad: un asunto de seguridad nacional

José Narro Robles. Médico egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM, con estudios de posgrado en la Universidad de Birmingham, Inglaterra. En la Administración Pública Federal fue entre otros, Secretario General del IMSS, Subsecretario de Gobernación y Secretario de Salud. En la UNAM desarrolló una carrera académica de casi cuarenta años y fue Director de la Facultad de Medicina y Rector entre 2007 y 2015

La salud es un tema trascendente para la persona, la familia y la sociedad. Representa la base sobre la cual se pueden desarrollar a plenitud las capacidades de individuos y colectividades. Tiene relación con muchas de las dimensiones del quehacer humano. Resulta de la genética, la alimentación, el ambiente, la educación, el trabajo, el ingreso y el acceso a servicios básicos entre otras. Buenos niveles de salud impactan la productividad y la economía, el aprendizaje, el disfrute de la vida y el bienestar. Por todo ello, muchos pensadores han sostenido que: «si bien la salud no es todo, sin ella se pierde mucho de lo mejor de la vida».

Los servicios y los programas de salud de un país influyen en los niveles de salud de su población. Igual en la recuperación de la persona cuando hay una enfermedad, que en el fomento de la salud, el control de los riesgos y la prevención de las enfermedades. Por ello, cuando se da una relación adecuada entre buenos programas públicos del Estado y estilos de vida saludables de la población, mejora sustancialmente la salud de la colectividad. Por ello, las inversiones públicas en la salud son rentables y tienen retornos sociales valiosos.

La salud es un derecho humano fundamental que puede llegar a ser asunto de seguridad nacional. La pandemia que todavía afecta al mundo es prueba de ello. No solo hemos valorado mejor a la salud, nos hemos percatado de lo que puede representar en un momento de complicaciones. La infraestructura con que se cuenta, los recursos humanos de que se dispone, los recursos presupuestales, la capacidad de producción de equipo e insumos médicos, el conocimiento y la tecnología desarrollada y la capacidad de respuesta frente a la emergencia son, entre otros factores, fundamentales para manejar un problema. Una respuesta inconveniente puede generar inconformidad, inestabilidad y el riesgo de ruptura del orden social. La historia está llena de ejemplos de lo anterior. Debo sostener que los últimos tres años y medio no han sido los mejores para la salud.

México es un país grande y con grandeza. Muchos de los indicadores argumentan en favor de la magnitud de nuestra nación. Este es el caso de la biodiversidad en donde algunos expertos ubican a México entre los primeros cinco países con mayor capital natural. También es el de la demografía, que nos hace ser la nación número diez del mundo. Igual resultan los casos de la extensión territorial que nos permite ocupar el lugar número 14, el de la extensión de costas y el del tamaño de la economía, en donde nos ubicamos entre los primeros veinte países del mundo. En cuanto a su grandeza, México destaca por su cultura milenaria; por su historia; por las instituciones centenarias que tiene; por sus aportes a la cultura universal; por las mujeres y los hombres que son reconocidos en todo el mundo; por la identidad y calidez de nuestra sociedad y por las múltiples expresiones de su cultura popular.

Dos apuntes específicos: el primero respecto de las instituciones de salud. México tiene el primer hospital de América continental, el Hospital de Jesús que, en dos años, en 2024, cumplirá su quinto centenario. El otro es un rasgo distintivo derivado de la institucionalidad de nuestras Fuerzas Armadas que hace que el nuestro sea el único país de América Latina, que por más de cien años, ha hecho los cambios de poder dentro del marco constitucional, sin golpes de estado ni asonadas.

México el desarrollo y la salud antes (1970) y ahora (2020)

Durante el último medio siglo México ha cambiado, mucho y para bien. A manera de resumen se puede sostener que la población del país se multiplicó 2.6 veces y que ahora tenemos ochenta millones de habitantes adicionales. La población urbana pasó de 59 a 79 por ciento, pero el número de localidades rurales (menores de 2,500 habitantes) creció de 95,410 a 185,243. La esperanza de vida al nacer aumentó de 59.9 a 75.2 años, en tanto que el crecimiento anual de la población disminuyó de 3.3 a 1.1 por ciento, al igual que el número de hijos por mujer que de 6.6 bajó a 1.9, mientras la edad mediana aumentó de 15.2 a 28.5 años.

Son muchos los factores que explican esos cambios. Entre otros están la mejoría en la vivienda de la población, el acceso casi universal a la energía eléctrica y al drenaje, al igual que el aumento en la disponibilidad de agua potable intradomiciliaria. También el incremento en el número de años de escolaridad de la población que casi se triplicó y la disminución del analfabetismo. Esos cambios mejoraron la mortalidad general e infantil y la razón de muerte materna. Se registró un cambio de la forma de enfermar y morir del mexicano que, de las enfermedades infecciosas pasó a las no transmisibles. Solo quienes no quieren reconocer la realidad, la ignoran y no dan cuenta de ella.

Claro que es mucho lo que nos falta por avanzar. No hay duda de que la pobreza y la desigualdad son parte de nuestros rezagos de siempre que hoy tienen vigencia. Somos muchos a quienes nos preocupa el persistente desapego al Estado de Derecho que condiciona corrupción, impunidad, violencia e inseguridad. México requiere y merece más empleo, con mayores prestaciones y mejor salario. Tenemos deudas de siempre con niñas, niños y jóvenes; con las mujeres; con nuestros pueblos originarios; con las personas con discapacidad; o con quienes tiene preferencias distintas a las de la mayoría. El país requiere una reforma de fondo de las instituciones de salud, para contar con un Servicio Nacional de Salud, público, de cobertura universal, descentralizado y con recursos. Todo esto tiene solución y para conseguirlo debemos tener claro el camino y mantener la unidad. En la ruta no tengo duda que México contará con el apoyo de una institución que representa parte del orgullo nacional: nuestras Fuerzas Armadas.